1889, en el archivo imprescindible de La Vanguardia. El pedazo de merluza es el golpe maestro:
- 1.ª declaración.—Que mató á su señora al regresar de misa, al medio día.
- 2.ª declaración.—Que la mató á las ocho de la noche.
- En el juicio oral.—Que la mató á las seis de la tarde.
- 1.ª declaración.—Que mató á su señora en el momento de estarse quitando las botas en la butaca del gabinete.
- 2.ª declaración.—Que la mató encontrándose de pie, apoyada en una de las columnas de entrada de la alcoba del gabinete.
- En el juicio oral.—Que la mató en la sala y arrastró después el cadáver á la alcoba.
- 1.ª declaración,—Que cuando la mató estaba sin medias ni zapatos.
- 2.ª declaración.—Que cuando le dio la primera puñalada estaba quitándose la última media.
- En el juicio oral.—Que estaba en la puerta de la sala medio vestida.
- 1.ª declaración.—Que la reprensión de la señora que motivó el hecho, ocurrió en el gabinete.
- 2.ª declaración.—Que el último regaño que precedió al atentado fue en el comedor.
- En el juicio oral.—Que la señora la insultó hallándose en la puerta de la sala.
- 1.ª declaración.—Que la riña comenzó porque la señora vio rota una taza correspondiente aun juego de café que había sobre la chimenea del gabinete.
- 2.ª declaración.—Que el juego de café á que pertenecía la taza rota no estaba en el gabinete sino en una pieza contigua.
- En el juicio oral.—Que la cuestión comenzó porque la señora la llamó desde la puerta de la sala, estando ella en la cocina, y mostrándole un par de botas que tenia en la mano, la llamó sucia, guarra, cochina, le tiró una de las botas que le dio en un costado y con la otra le dio en la cara, haciéndole con el tacón un arañazo en un labio.
- 1.ª declaración.—Que no recuerda de qué modo cogió y manejó el cuchillo.
- 2.ª declaración.—Que fue á buscar á la cocina el cuchillo pequeño y llevándolo cogido del mango, con la punta hacia arriba y oculto con el brazo y la mano en el bolsillo del vestido, volvió al gabinete é hirió á su señora.
- En el juicio oral.—Que cuando la llamó la señora, estando ella en la cocina arreglando un pedazo de merluza, fue á la sala, teniendo en la mano un cuchillo (el pequeño) y con él le dio varios golpes.
Recordando tan esenciales contradicciones el fiscal, cumpliendo un precepto de la ley, y el letrado de la acción popular, celoso también en la investigación de la verdad, han tratado de obtener una explicación. Pero Higinia Balaguer ha cortado por lo sano y pronto, diciendo: «Ahora digo la verdad. Antes de ahora he mentido siempre.»
Buscaba organilleros asesinos, pero los del crimen de Carabanchel (Notas de Madrid, columna anterior) resultaron ser inocentes.
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