Cameo appearance by George Borrow in Valle-Inclán novel

One of Spain’s greatest 20th century plagiarists intertextualisers was the novelist Valle-Inclán. His gypsies are substantially borrowed from George of that name, but as far as I know it is only in the following passage from La corte de los milagros, a novel set in the period when Borrow was in Spain, that he refers indirectly to his source, adding insult to injury by suggesting our man spoke but pidgin Spanish:

A los costados de un vagón de tercera, por sendas ventanillas, asomaba fusiles y tricornios, la Benemérita Pareja. Como un gato, se descolgaba la sombra adolescente de un pícaro, y luego corría a campo traviesa. Jadeaba el tren. Ahora, por el mismo costado del vagón, asomaban parejos los cañones de dos fusiles. Apuntaban. Sonaron alternos disparos, y el pícaro que corría, echó los pies por alto con brusca zapateta. Murmuró un inglés, vendedor de Evangelios:

– ¿Lo han morido, Señores Guardias?

– ¡Vaya usted a saber!… Algo lleva.

– En Inglaterra, la vida de un semejante…

Atajó el más antiguo de los dos Civiles:

– Estamos en España, no debe usted olvidarlo.

Intervino un clérigo, que viajaba con el ama:

– ¡Así agradece nuestra hospitalidad, esa gente!

Y el otro Guardia:

– Será bueno que enseñe usted los documentos.

El inglés sacó la cartera y enseñó el pasaporte. El Guardia intentó leerlo a la luz aceitosa del farol: Advirtióle el compañero:

– ¡Déjalo, Orbaneja! ¡Ya luego veremos si las señas que ahí se especifican son concordantes…! ¡Que se me antoja que no van a serlo!

El Guardia Orbaneja dobló el pasaporte, y se lo puso en el pecho, bajo el correaje. Protestó el inglés de los Evangelios:

– El documento ser de mí, y no poder retenerlo ustedes. ¡Mí ser súbdito inglés!

Saltó el cura:

– El ser súbdito inglés no autoriza a difamar y calumniar un país. ¡Pobre España, abierta a todos, sin mirar las víboras que acoges en tu seno!

Replicó el inglés, con grotesca articulación de loro:

– En Inglaterra tampoco ser así los pastores de almas.

Se levantó el clérigo:

– En Inglaterra son amancebados.

El inglés le miró, flemático:

– En Inglaterra ser maritos y no pasar como en España.

El ama, avispándose, sosegaba al clérigo, que se sentó vociferando:

– ¡El primer amancebado, Martín Lutero!

La chusma del vagón se regocijaba con pullas. En los vagones de tercera, la chusma suele ser más liberal que Riego. El súbdito inglés, desdeñoso, tornaba a su tema, tendido a la bartola entre el caneco gibraltarino y la rima de Evangelios:

– En Inglaterra…

Saltó el tonsurado, abriendo de nuevo el cisma:

– ¡La pérfida Albión!

Otra vez se enzarzaron. El ama tiraba del balandrán al clérigo. Dos mozuelas del trato, que iban bajo la custodia de una vieja, se conchababan con los lacayos del Marqués. Alargando el rabillo del ojo, espiona, la celestina ríe con tres dientes. En los túneles eran los achuchones y la bulla maleante. Un alarido de antruejo rijoso revoloteaba en el vagón. El convoy perfilaba su línea negra por el petrificado mar del llano manchego.

Trotaba detrás, enristrada la lanza, todo ilusión en la noche de luna, el yelmo, la sombra de Don Quijote: Llevaba a la grupa, desmadejado de brazos y piernas, un pelele con dos agujeros al socaire de las orejas.

That last bit is damn good. Apparently it’s borrowed from Rubén Darío.

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