Tres caballeros detrás del mostrador, por encima del cual muestras de componentes electrónicos, fijados y etiquetados como si se tratara de la sala de mariposas en un museo de historia natural antes de la gran tontificación. Se espera en medio de una tensión casi sexual, pero siempre respetuosa, para decir las mágicas palabras: un termómetro de infrarrojos, dos agujas Fonestar, o, en mi caso, cuatro microcontroladores UNL2803 y una lata de lubricante para solenoides, porque la criatura ha estado malica. Me hizo pensar en muchas cosas, pero más que nada, con otra proporción de género, claro, en un emporio tradicional de bragas en Gijón, donde hice unas compras alrededor de 1999. Y los precios están muy bien. ¡Qué maravilla!
También tienes Diotronic en Muntaner, que no conozco, porque tienes que dejar la plaza de la Universidad e incluso cruzar Diputación, y yo soy de la ciudad baja.
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