Alguien me contó el otro día que ya no vale la pena ligar en las librerías, refugio desde el advenimiento del Kindle de niños, imbéciles y locos, según ella.
(Yo antes era okupa cuasi-profesional de los zoológicos de ácaros del polvo, pero muchos de mis favoritos han cerrado, no me apetecen los BigMac indigestos que venden los nuevos, y ahora también soy 99% electrónico – una excepción reciente: el segundo cuento es muy bueno.)
Posible corroboración llegó el sábado pasado en la forma de una cola de treceañeras pálidas fuera de una tienda estilo japibuks en la Rambla de Cataluña, ansiosando un autógrafo en su copia de un nuevo y muy interesante tratado sobre la relación entre los instrumentos de navegación y la confusión adolescente.
No habían chicos porque, a pesar de unos cambios importantes desde que las mujeres se metieron en masa en el vodka, Emanuele Coluccia y Giorgia Louse constan que “las diferencias de género significativas en las habilidades espaciales surgen constantemente“. Es que los hombres de verdad tenemos los sesos y las costumbres de una paloma feral y no nos hace falta brújula para navegar por el mundo. El siguiente número de Fats Waller ya está en el repertorio:
Well done Christopher Columbus
Sailed the sea without a compass.
When his men began a rumpus,
Up spoke Christopher Columbus:“There is land somewhere.
Until we get there,
We will not go wrong,
If we sing, swing a song.Since the world is round,
We’ll be safe and sound
Til our goal is found,
We’ll just keep rhythm bound.”
Notas:
- Colón sí que utilizaba brújula.
- Los anglocabrones decimos “Cristobál”, y se acabó.
- Es un hecho poco conocido que Bob Marley inicialmente les dijo a su compañía de discos que su grupo de apoyo se llamaba “los Wallers”, y que consistía en varios pianistas brillantes, graciosos y corpulentos. Desafortunadamente su letra era mala, y contrataron a unos flacos miserables. Lo demás es historia.
Pero estoy quedando cutre. La semana que viene quiero hacer algo estraño para este concurso de la emisora WFMU, a base de The Spaniard That Blighted My Life, El Español Que Me Arruinó La Vida.
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Por lo demás, querido organillero, sigue, sigue rumbo a marte, con gracia y con arte, con o sin brújula!
jaja, a los holandese igualmente, pero es lo que pasa con un estado todopoderoso ;)